(Dra. Josefina Bonilla, directora ejecutiva de la Federación Red NicaSalud)

LAS MUJERES TENEMOS DERECHO A VIVIR SIN VIOLENCIA, A VIVIR EN PAZ. Las niñas deben aprender a cuidar su cuerpo, su mente, sus emociones. La madre es la persona que más cerca está de las niñas, pero a veces no está lista para cuidarse ni a sí misma como adulta y se vuelve difícil enseñar a la hija el cuido diario. Algunas familias no funcionan bien; puede que los hombres de las familias o las mujeres mayores, hayan aprendido a vivir con violencia y maltrato.

La niña (y también los niños) merecen un ambiente amoroso, donde la paciencia y esmero de sus padres o cuidadores vaya mostrándole la importancia del lavado de manos, del baño, de la higiene. Además se enseñan los buenos modales y los límites que deben existir con las personas para convivir con respeto y dignidad. Se va educando, acorde con cada edad, los cambios que suceden en el cuerpo, la necesidad de combinar las actividades quietas con el ejercicio físico, la mejor forma de respirar y de reaccionar frente a los malos momentos o a las vivencias alegres. Se aprende en la niñez sobre la importancia de la buena alimentación, las vacunas, los cuidos con los medicamentos y otras necesidades cuando se está enfermo.

Se va enseñando a las niñas y a los niños a colaborar con la familia en algunas tareas sencillas. Las niñas tienen iguales derechos que los niños y hay que poner atención especial y no criar a los niños y las niñas con un modelo machista que desprecie o descalifique a las niñas y sobrevalore a los varones. A veces se cometen errores de crianza por falta de conciencia de los modelos dañinos que aprendimos de nuestras propias familias. Cuando hay negligencia o abandono, falta de buena conversación o trato con gritos y amenazas, se daña la salud emocional y puede haber también daño físico.

Podemos colaborar con las madres (y también con los padres) para que logren una buena crianza de sus niños, poniendo especial atención a las necesidades especiales según sea niña o niño.